Cada una de mis amigas dice que su primera vez apestó. Si la virtud de una chica es un tesoro, ¿por qué no obtener algo a cambio además de una historia triste? Entro en una subasta de alto nivel, mi obstinada necesidad de ganar una apuesta y mi virtud está a la venta.
Pero, cuando veo al gigante de un hombre en un esmoquin con la mandíbula dura y la cicatriz en la ceja, solo hay un selector de cerezas en mi lista de compradores. Resulta que es mucho más de lo que esperaba. Él me hace sentir segura y atesorada y, antes de que te des cuenta, soy yo quien le ruega que tome lo que dejó caer medio millón para asegurar.
Solo cuando aparece el día después de la subasta sentado en la mesa de la cena de mis padres, me doy cuenta de quién es realmente el hombre que reclamó mi primera vez.
Alerta de spoiler... las cosas están a punto de complicarse.
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